martes, 29 de marzo de 2011

Primer Comentario: La personalidad de la Radio


El hombre constituye un universo paralelo al nuestro, su análisis investigativo e introspectivo sobre los fenómenos, particularidades genéticas, fisiológicas, sicológicas y sociales se extienden de manera infinita, cimentando de esta manera las bases que soportan nuestra especie. Es hasta cierto punto paradójico tratar de descubrir el mundo en el que estamos inmersos y lo que éste tiene para ofrecernos, de sobremanera, y no generar la suspicacia del porqué de los múltiples procesos que tienen lugar desde nuestro organismo y para nuestro organismo. Si pudiera expresar su pensamiento, entenderíamos que nadie mejor que un bebé para explicarnos la dependencia del sentido del oído. En las primeras etapas de nuestra vida, el sentido auditivo resulta primordial, porque constituye la principal vía de enlace con el mundo, incluso cuando nos encontramos en el vientre materno. Los bebés reconocen claramente la voz de la madre y responden a ese estímulo desde sus primeros días de vida. El mundo del bebé es el reino del sonido, todo gira en torno a los referentes sonoros que estimulan la audición. En definitiva, cuando el sentido de la vista aún se está desarrollando, el puente de unión del niño con la sociedad es el sonido. Es más, cuando el sentido visual comienza su evolución y adquiere un papel predominante, el oído continúa desempeñando una función esencial ahora en la aparición y desarrollo del lenguaje, como principal vía de acceso al conocimiento y comunicación con el exterior.

La membrana que separa nuestro espacio interno con el conglomerado de experiencias de nuestro espacio social, es sumamente delgada. El entorno que nos envuelve es vasto en materia de aprendizaje y de sensaciones, estos a su vez confabulan con los diversos mecanismos de nuestro cuerpo para entonar las más sublimes notas musicales, hacer sentir las más intensas emociones y hasta pensar, proponer, y ser partícipe de los más aventureros hechos generativos para la sociedad. Es justamente en esta área vivencial que convergen un sinnúmero de elementos que potencializan el factor sensibilizador del ser humano y social, la radio a través del sonido, por ejemplificar.

Cuando nos referimos a personalidad asociamos y atribuimos su acepción hacia un espacio intensamente humano, ya que ésta engloba un patrón de sentimientos y pensamientos ligados estrechamente al comportamiento, que persisten a lo largo del tiempo y que evidencian la particularidad o singularidad de cada individuo, está claro que al no ser un ser vivo, la radio, se personaliza a través del sonido y sus increíbles manifestaciones y efectos sobre los seres humanos. El sonido es tan poderoso que entra en contacto con las fibras más profundas, delicadas y sensibles de nuestro organismo, estremece nuestro aparato consiente y estimula el inconsciente haciendo que este pueda relacionar cada sonido con una experiencia pasada y evocarlas a modo de imágenes mentales, haciendo más intenso y extraordinario el recuerdo. Existe en estados unidos un hombre, invidente, que utiliza la ecolocación como formato de vida. Él puede generar imágenes mentales reales de los objetos que están a su alrededor, evidenciando su posición, tamaño y distancia a través de los chasquidos que realiza con su lengua y que generan ondas sonoras que rebotan sobre las superficies rígidas generando información gráfica mental, en el reino animal el único ser que puede realizar este asombroso procedimiento es el murciélago, su nombre es Juan Ruiz y es increíble cómo ha podido generar toda una experiencia de vida a través del sonido, y es que los seres humanos somos capaces de transformar y adaptar nuestro medio interno y social para la satisfacción o resolución de necesidades. Es así como se demuestra que el sonido cumple un papel preponderante en el transcurrir incesante y sublime de nuestra vida.

Cuando encendemos la radio lo hacemos con diversos objetivos, algunos porque necesitan relajarse y apartarse por un momento de todos sus problemas, otros porque sienten la necesidad de divertirse escuchando algo ameno, o quizás para informarse de algún hecho de coyuntura social, y es que, necesitamos transportarnos a una dimensión totalmente diferente a la nuestra, donde seamos capaces de imaginar lo que nos venga en gana, graficar y sentir el sonido que como información aparece en nuestra mente, de forma libre, sin ataduras, máscaras, ni medias tintas. El oyente requiere de esta dimensión un sublime relato, una voz arrulladora para nuestros sentidos, unas palabras que armonicen nuestra ánima, que hagan hincapié en el cómo se dice seguido de lo que se dice, un conjunto de elementos capaces de excitar nuestro tercer ojo. Un buen radialista y por ende una buena emisión radial no es aquella que se encajona en lo rebuscado de las palabras, que discursee en lugar de encandilar, ésta debe ser un medio por el cual se seduzca al oyente, que éste se vea atraído mágicamente tanto por la sensibilización al que está expuesto como para la estimulación de sus ideas, propositivas y criticas. Enrolémonos en la dulce travesía de ver a través del oído.

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