lunes, 14 de noviembre de 2011

SEGUNDO PAPER: Profesion Periodistica ante los intereses de la estructura informativa, El veneno de las Verdades Parciales.

La independencia de los medios es un mito, existiendo grados de independencia, pero estando la libertad de acción de los reporteros y editores restringida ante presiones de los propietarios, compañeros, valores sociales y costumbres.

En la actualidad son numerosas las conferencias e investigaciones acerca de la credibilidad de los medios noticiosos, un aspecto ineludible de la sociedad moderna y cuya credibilidad se encuentra en entredicho. Los mismos profesionales del periodismo no cesan de escribir artículos y libros variopintos sobre la ética de la profesión, con lo que colaboran a informar abiertamente sobre el deprimente estado de su imagen pública.

Esta circunstancia puede relacionarse con una conciencia cada vez mayor del público del poder de los medios noticiosos en las vidas de las personas. En este mundo de finales del siglo XX, con sus nuevas tecnologías y misteriosa economía global la moral se encuentra suspendida de una cuerda bastante floja.

La iglesia, la familia y el matrimonio han perdido su arraigo en los corazones de la gente y las espantosas realidades de las que nos informan ineludiblemente la televisión, la radio o la prensa escrita lastiman y, cuando menos, incomodan la sensibilidad de las personas. En permanente conflicto con la obligación de retransmitir la verdad, la ética en los medios de comunicación debe también de ser abordada por los receptores de la información, pues nada obliga al ciudadano a mostrar férrea credibilidad, y mucho menos atención, a todo cuanto se le ofrece en los medios, habiendo todavía un mínimo de libertad en gustos y preocupaciones.

“De cualquier modo, y al igual que todo cuanto se sustenta en una gran industria, existen numerosas pruebas evidentes como para identificar las influencias de la organización del medio sobre los periodistas y así analizar la epistemología del periodismo en busca de factores que pudieran explicar los límites a su papel de cronista de la verdad útil y de la realidad misma” (1).

Incluso el periodismo con mayor consideración de objetividad tiene grandes influencias de los valores de la ocupación y de la sociedad, sin poder tachársele de parcial, subjetivo o tendencioso. El contexto social, económico y cultural es un factor ineludible a la hora de la selección de las noticias y su modo de interpretarlas y cualquier tipo de visión fuera de éste resulta completamente utópico. La misma profesión del periodismo, pragmática y materialista, no acoge con agrado la tarea de definir la ética de la profesión, algo que puede perderse fácilmente por derroteros abstractos. Con esto se pretende dejar claro desde un principio que la búsqueda de una ética para el periodismo no es tarea fácil y que la mayoría de los autores consultados, salvo en aquellos puntos relativos a un derecho “natural e intuitivo”, discrepan en su modo de enfocar el asunto. No obstante, existen una serie de autores y escritos que han ido desarrollándose desde mediados de siglo que sí son aceptados por la mayoría.

Muchos de ellos afirman que las noticias transmiten de manera regular, puntual y monótona listas de peligros, desastres, faltas y anulaciones que con frecuencia provocan dolor, desilusión y un frustrante sentimiento de impotencia individual. El dilema aparece cuando estos acontecimientos son los de mayor relevancia en la realidad de la sociedad y bajo qué criterios han de ser seleccionados los hechos clasificables como “noticias”.

¿Puede entonces hablarse de parcialidad cuando los medios revelan información que no concuerda con la imagen de la situación que ya se han formado los espectadores en su cerebro? ¿Quién es aquí mayor víctima de los prejuicios, mensajero o receptor?

“Dejando de lado estas cuestiones, debemos acordarnos también de una serie de acontecimientos en el mundo del periodismo que no han hecho sino acrecentar la desconfianza en los medios: Janet Cook, joven reportera del Washington Post, perdió su premio Pulitzer al reconocer que su escalofriante reportaje acerca de un niño de ocho años adicto a la heroína era inventado o cuando Christopher Jones del New York Times confesó haber escrito una de sus estremecedoras crónicas de la guerra de Camboya de vacaciones en su casa de España” (2)

Resulta, pues, difícil separar la buena noticia de la mala, y dentro de las buenas poder situarlas en un determinado contexto que nos ayude a aproximarnos a la verdad, si acaso existiera ésta.

Las noticias no constituyen un producto con definición objetiva, sino un fluido proceso humano que tiene como guía principal a las “convenciones”, útiles tanto para fines comerciales como para los de servicio público. De este modo los medios noticiosos sirven a la logística y a las necesidades económicas de la organización noticiosa, y no tiene como impulso principal los ideales de servicio público.

Estrictamente, resulta imposible realizar un reportaje objetivo dada la subjetividad que interviene en la recopilación de información; por ejemplo, los medios no actúan como guardianes permanentes de las acciones del gobierno, rara vez toman la iniciativa y lo común es que actúen como relatores pasivos del status quo, a los que los detentadores del poder con frecuencia manipulan.

Estos puntos son similares a los expuestos por Roshco para poner en guardia contra los efectos imprevistos de un periodismo que abogue a favor de causas, por nobles que sean: las fuentes de las noticias son, como hemos dicho, básicamente interesadas.Aunque el periodista tienda a vender la noticia como propia, como obtenida por él, ésta ha sido verdaderamente requerida por la fuente. Pero, ¿quién escoge la noticia que oímos y deja de lado a restantes? Este personaje oscuro e influyente es el llamado “gate-keeper”, término acuñado por el psicólogo Kurt Wein en 1947. Más que a una persona determinada, hace referencia tanto al propietario del medio como a los valores morales vigentes, la posibilidad de sanciones o las normas consuetudinaria. Llegamos a la conclusión de que las noticias no son sino un fiel reflejo de cuanto la sociedad exige, muy por encima de los deseos e intereses de un solo individuo. Incluso cuando se están dando opiniones enfrentadas éstas no hacen más que representar a colectivos opuestos, que exigen que un medio de comunicación les apoye. Bajo esta consideración no podemos hablar propiamente de una ética de la profesión, pues las noticias no son sino un fiel reflejo de la sociedad. La ética deberá, pues, trasladarse a la sociedad y no a su espejo.

Aquí se destaca el aspecto fundamental de la ética periodística: su responsabilidad social. Se resume el informeen estos cinco puntos(3):

- Suministrar una “relación completa y apegada a la verdad de los acontecimientos del día en un contexto que les dé significado”.

- Servir como “forro para el intercambio de comentarios y críticas”:

- Ofrecer una “imagen representativa de los grupos que constituyen a la sociedad”.

- Presentar y aclarar las “metas y los valores de la sociedad”

- Suministrar “acceso completo a la inteligencia del día”

En el mundo audiovisual en el que nos encontramos no podemos únicamente limitarnos a aspectos que pueden atribuirse principalmente al contenido de las noticias, pues su carácter sensorial hoy resulta igualmente importante. Así, podemos encontrar también una ética para las imágenes, debiéndose seguir estas cuatro convenciones (4):

- Aprender a ver, seleccionar y valorar la ética, estética y gráficamente la realidad.

- Representar la realidad de forma tal, que no requiera texto explicativo -o, en su caso- el menor número de palabras posibles.

- Hacer posible que el público vea la imagen y la relacione con lo que ven en la realidad, aprendiendo así a ver lo que nos muestra la imagen.

- Entender y comprender el propio lenguaje visual, que tiene unas claves y expresiones plásticas diferentes según se trate de televisión, fotografía de exteriores, retratos, etc.

A pesar de estos bellos y académicos intentos por fijar una serie de valores para el profesional del periodismo, se sigue considerando que éste actúa según lo que la sociedad le exige; independientemente de esto está la habilidad del periodista con las palabras, lo que le valdría el nominativo de “buen” o “mal” periodista, pero, ineludiblemente dará a sus lectores lo que éstos le exijan.


(1) Fernández Areal, Manuel, Información y mentira, Diputación de Pontevedra, 1997

(2) Lambeth, Un código de ética para la profesión, LIMUSA/Noriega Editores, 1ª Edición, México, 1992

(3) Robert M. Hutchins en la Comission on Freedom of the Press

(4) Según la periodista Maria Ángeles San Martín Pascual


Periodista Jose Antonio Vasquez, conduce el Noticiero Regional Exitosa Noticias, de Radio Exitosa: Etica periodistica y Grupos de poder

Periodista Carlos Oliden Carrasco, Reportero en Radio Uss y Canal 45 Satelital:






Paginas Enlazadas:

http://www.cubadebate.cu/opinion/2010/09/15/noam-chomsky-y-las-10-estrategias-de-manipulacion-mediatica/

http://videos.pucp.edu.pe/videos/ver/af77645236b6d7b3c5b9b656c10dca84




PRIMER PAPER: Géneros Radiofónicos, La rueda de la Gestión de Audiencias, La Luna.

El universo radiofónico ofrece en su amalgama de expresiones, un conglomerado constante y abundante de sentimientos, pensamientos y reflexiones, “la radio habla a la imaginación, a la emoción, y no sólo a la racionalidad. Un radioteatro o radiodrama con una historia, con una situación, con música, con sonidos, moviliza la participación de los oyentes mucho más que una monótona charla expositiva” (1). Esta responsabilidad sonora-emotiva se transmite de manera sistematizada, clara, jerarquizada y amena.
Es así como surge la discusión sobre su estructura; los géneros radiofónicos brindan el equilibrio armónico para los elementos del lenguaje de radio, determinando, al utilizarlos, la creación radiofónica. El lenguaje radiofónico por lo tanto debería enmarcarse como un “Conjunto de formas sonoras y no-sonoras representadas por los sistemas expresivos de la palabra, la música, los efectos sonoros y el silencio, cuya significación viene determinada por el conjunto de los recursos técnico-expresivos de la reproducción sonora y el conjunto de los factores que caracterizan el proceso de percepción sonora e imaginativo-visual de los radioyentes” (2)
Es por ello que la radio en general, con excepción de la educativa, comunitaria, universitaria y cultural, ha sido casi siempre concebida como un medio de información periodística; un puente simbólico de acercamiento y comunión entre personas alejadas; un vehículo para la compraventa de mercancías; un altavoz de noticias, de novedades musicales y publicitarias en sus programaciones. De ahí que quienes trabajan y viven de la radiodifusión, e incluso los teóricos de la comunicación, poco se han preocupado en su práctica profesional por conocer y explorar la dimensión artística y los recursos expresivos del lenguaje radiofónico
Además, debido al incremento abrupto de la producción radial, de forma empírica, improvisada y con cierto fundamento técnico; se ha relegado la importancia que ejercen los géneros radiofónicos en la producción radial. Los programas se estructuran, muchas veces, sin un horizonte de forma y fondo; las audiencias son tomadas universalmente, como si todas tuvieran las mismas características y necesidades, no se segmenta ni analiza el grupo con el que el medio radiofónico piensa trabajar sus espacios y géneros radiofónicos en su estructura. A todo esto Emili Prado, afirma que ha surgido una ruptura entre la teoría y la práctica profesional de estos géneros radiofónicos, a pesar de postular que estos tienen naturaleza flexible y cambiante. Enuncia por ejemplo, “La crónica ha desaparecido como género informativo, aunque en la radio se siga llamando crónica a la información de los corresponsales y al comentario realizado desde el lugar de los hechos” (3)
Se habla mucho de que los géneros radiofónicos deben alimentarse de la características de la audiencia para su elaboración ya que la forma en que una emisora es programada es la razón más importante por la que los oyentes sintonizan una estación o no lo hacen.
Para definir un determinado público no solo se deben tomar en cuenta los aspectos demográficos, de género o edad, como antiguamente se solía hacer; también es factible considerar el entorno, los usos del medio y los momentos del día en que se escucha la radio. “Cualquier formato exitoso satisface alguna necesidad o deseo de sus oyentes. Cuando mejor pueda el programador satisfacer ese deseo de la audiencia, mayor éxito tendrá la emisora al atraer al público” (4)
La formación de la audiencia, a partir de la elaboración de los géneros radiofónicos, es indispensable cuando lo que se requiere es, muchas veces, desarrollar una imagen de la emisora.
Aquí entra a tallar, con mucha fuerza, el periodismo participativo o de correspondencia. Algunos estudiosos lo denominan feedback, al considerar el quehacer radiofónico como un espacio de intercambio y retroalimentación de ideas o posturas sobre algún tema de interés común. El periodismo participativo comparte el interés por la conversación entre agentes pero supera la figura tradicional del periodista enfatizando la fase del proceso que afecta a la publicación por encima de la fase del proceso periodístico de la selección (propia de la figura del periodista)
Así es como resultan especialmente valiosas las experiencias periodísticas que no se conforman con producir material informativo al margen o contra los discursos dominantes, sino que apuestan por fórmulas de integración que aspiran a incorporar en los medios convencionales las aportaciones de la ciudadanía y los movimientos sociales a través de los nuevos recursos tecnológicos. Son medios que reconocen y aplican la siguiente máxima de uno de los máximos defensores del periodismo participativo desde el ámbito profesional: "Mis lectores, colectivamente, saben más que yo” (5)
En la misma línea Shayne Bowman y Chris Willis presentan en su informe “We Media” las valiosas ventajas de incorporar a los ciudadanos en la producción periodística:
La posibilidad para los lectores de que hagan comentarios.
La función de un filtro de noticias para noticias encontradas en la web a través de enlaces
El control de exactitud en la información publicada.
El enriquecimiento de fuentes e ideas para periodistas gracias a las sugerencias e historias presentadas por los lectores.
La posibilidad para que los periodistas le pidan sugerencias y correcciones al público.
De esta manera se esboza un concepto, que para estudiosos como Tumber, es considerado el antecedente del periodismo participativo, El periodismo Cívico. “El periodismo participativo, a diferencia del periodismo cívico, no tiene como ámbito de acción los propios medios, sino que sitúa su actividad en paralelo a los medios y a sus estructuras de poder. En este punto, aunque implica también un trabajo sobre la conversación entre quienes forman el público, se aparta del enfoque de este trabajo, que pretende avanzar en los cometidos de los medios, con la gestión de las personas que forman parte de los medios para la mejora de los productos periodísticos” (6).
Las incesantes fusiones y absorciones que han ido formando las poderosas y modernas industrias culturales han alimentado la creciente convergencia tecnológica que caracteriza a los enormes conglomerados mediáticos que hoy dominan el mercado cultural, marcado por los efectos de esta tendencia de integración tecnológica, multidimensional, transnacional, intersectorial y totalizante en la labor informativa.
(1) Mario Kaplún, Una pedagogía de la comunicación. Ed. De la Torre. Madrid
(2) Armand Balsebre, catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad Autónoma de Barcelona, aporta esta definición en el libro que, precisamente, lleva por título El lenguaje radiofónico.
(3) Prado, Emili, Estructura de la información radiofónica, ATE, Barcelona., 1981.
(4) Schulberg y Schulberg, 1996, pag 52.
(5) Dan Gillmor, padre del periodismo cívico y ciudadano.
(6) BOWMAN, 2003