PREGUNTA PRINCIPAL
¿De qué manera un plan de
comunicación, basado en la fotografía documental participativa, permitirá Fortalecer
la autoestima de los niños y niñas entre 8 y 12 años del centro poblado Chosica
del norte, para Promover su identidad con el medio donde viven?
OBJETIVOS
·
O. GENERAL
Determinar
la manera en que un plan de comunicación, basado en la fotografía documental
participativa, permitirá fortalecer la autoestima de los niños y niñas, entre 8
y 12 años, del centro poblado Chosica del Norte, para promover su identidad con
el medio donde viven.
·
O. ESPECÍFICOS
§ Describir
el nivel de autoestima de los niños en relación con su medio ambiente.
§ Determinar
las coordenadas en materia de estrategias comunicacionales, sustentadas en la
fotografía documental participativa.
§ Analizar
el nivel de comprensión sobre la realidad de Chosica del Norte en los niños del
centro poblado.
§ Promover
un espacio de comunicación que incentive la valoración y sólida autoestima en
los niños de Chosica del Norte.
§ Descubrir
habilidades en la técnica fotográfica para ampliar las lecturas sobre su mundo.
MUESTRA
Mi muestra la constituyen los
niños que están adheridos a los talleres que brinda el Centro Esperanza en
Chosica del Norte.
HOMOGÉNEA
Lo conforman el total de niños
(40) que oscilan entre los 8 y 12 años de edad, varones y mujeres. Todos ellos
están perteneciendo activamente en los talleres del Centro Esperanza. La
problemática que mencioné y motiva mi investigación se hace fuerte a partir de
los 8 años; según mi experiencia de Docente encargado del taller de Teatro. A
partir de esta edad el niño sale de su comunidad y es consciente de los demás
contextos, sopesando y contrastando diferentes informaciones que recibe del
exterior.
ADECUADA
DISEÑO DE INVESTIGACIÒN
ANTECEDENTE
TÌTULO: “Comunícalo con imágenes: la metodología de la fotografía participativa como herramienta para promover identidad local y prevenir conductas de riesgo. La experiencia del proyecto Nuestra Mirada – Callao 2009”
TÌTULO: “Comunícalo con imágenes: la metodología de la fotografía participativa como herramienta para promover identidad local y prevenir conductas de riesgo. La experiencia del proyecto Nuestra Mirada – Callao 2009”
AUTOR: Carlos Felipe Valdivia Pizarro
LUGAR: Lima - Perù
AÑO: 2012
TIPO: descriptiva
CARACTERÍSTICAS MUESTRALES: tomó como
unidades de observación a:
El Taller y
Los jóvenes
del callo: 19 en total, hombres y mujeres
7 de La
Perla, 1 de Ventanilla, 8 del distrito del Callao y 1 de Bellavista
Edad: entre
15 y 17 años
CONCLUSIONES:
Las
conclusiones se encuentran organizadas según las interrogantes iniciales de
investigación que planteamos para este trabajo, y constituyen nuestra respuesta
a las mismas a partir del trabajo cualitativo de investigación y análisis que
hemos desarrollado.
·
Los procesos de comunicación generados y el cambio en la
relación de los participantes con su localidad Al inicio de esta investigación
planteamos como objetivo principal determinar de qué forma los procesos de
comunicación desarrollados en el taller de fotografía participativa del
proyecto Nuestra Mirada - Callao 2009 promovieron un cambio positivo en la
relación de los jóvenes de la región Callao con su localidad. Luego de
acercarnos a la realidad del proyecto y del taller de fotografía a través de
los testimonios de sus protagonistas y de otras fuentes de información
relevantes, creemos que sí se logró un cambio positivo en esta relación, y que
ello se dio como resultado del desarrollo de procesos comunicacionales propios
de la metodología implementada y de las actividades del taller.
El taller de
fotografía participativa analizado en esta investigación estableció dos
procesos de comunicación principales. Uno de ellos, que fue el motor del taller
y del que parten los otros, es el desarrollado a través del trabajo
fotográfico, comunicando la visión de los participantes sobre su localidad por
medio de las imágenes que ellos mismos lograban. Tomar una fotografía es, en
este caso, una elección de capturar un momento o lo que éste representa, para
comunicarlo. Para muchas personas – especialmente para los adolescentes,
siempre con inseguridades y dudas propias de su edad– puede ser más difícil
comunicar lo que quieren decir o expresarse a través de palabras, orales o
escritas. La fotografía permite transmitir un mensaje de forma simple y
directa, facilitando la comunicación de ideas u opiniones para quienes
normalmente no están acostumbrados a expresarlas de forma tradicional.
La elección
de lo que se quiere comunicar es, al fin y al cabo, una pequeña muestra de
nuestra identidad, de cómo somos, de lo que nos gusta, de lo que desaprobamos,
de lo que hacemos o queremos hacer. A través de la fotografía sale a la luz esa
voz y se legitima nuestra propia visión de la realidad, compartiéndola con nuestros
pares, cimentando así su valor y su unicidad, y por lo tanto, el hecho de que
vale la pena ser tomada en cuenta. Así, el punto de vista del participante, su
voz, es empoderada. En el taller de fotografía participativa, los jóvenes
adolescentes, gracias al soporte que les ofrece la fotografía, pudieron
expresar su identidad personal, reconstruyéndola y reafirmándola en el acto de
compartirla y presentarla ante los demás.
Es
justamente en ese compartir que se generó el otro proceso comunicacional: el diálogo
y discusión permanente en torno al resultado de las fotografías y a las
temáticas que éstas representaban. Este era en realidad un ciclo, que se
originaba en la discusión previa sobre la temática que iba a retratarse en el
trabajo fotográfico –que incluía discusiones orales y reflexiones por medio de
tareas escritas–, seguía con la toma de las fotografías, y pasaba al diálogo y
reflexión a partir de éstas, iniciando de nuevo el ciclo para el siguiente tema
y grupo de imágenes.
Siguiendo
esta dinámica, se estableció una interacción comunicativa entre los mismos
jóvenes chalacos y entre éstos y las facilitadoras de los talleres. Los
participantes provenían de distintas zonas geográficas y contextos
socioeconómicos del Callao, y esta interacción entre jóvenes con diferentes
historias y experiencias de vida también enriqueció el diálogo y la reflexión
en el taller. Como hemos expuesto, los participantes del taller son jóvenes que
viven en entornos muchas veces violentos y peligrosos y en los cuales las oportunidades
para participar de iniciativas que promuevan su desarrollo personal fuera de la
escuela son limitadas –aunque no inexistentes, ya que había jóvenes que
participaban en grupos parroquiales o de teatro–.
Asimismo, a
partir de sus testimonios nos dimos cuenta de que, antes de participar en el
taller, en su quehacer cotidiano, como es natural, limitaban su desplazamiento
y su relacionamiento interpersonal a los lugares y personas que ellos conocían
mejor o le eran más familiares. Gracias a las actividades del taller, varios
participantes pudieron conocer nuevos e interesantes lugares del Callao, los
cuales, según refirieron, no hubieran frecuentado si no fuera por haber tenido
que realizar las tareas del taller.
Así, de los
nueve jóvenes que entrevistamos, siete afirmaron que la experiencia del taller
hizo que entraran en contacto con personas o realidades que eran nuevas para
ellos o a las que no habían prestado atención, descubriendo elementos valiosos
e interesantes. Y del total de entrevistados, cinco refirieron que el taller
los impulsó a desarrollarse como personas, mejorando su desenvolvimiento,
ayudándolos a ser más responsables y maduros o simplemente haciéndolos valorar
el compañerismo vivido en clase.
Tomando todo
esto en cuenta podemos afirmar que la expresión y valoración de sus puntos de
vista personales a través de las fotografías y el diálogo y reflexión generados
para y a partir de sus imágenes, motivaron que los jóvenes se enfrenten con su
entorno de manera crítica, acercándolos a las expresiones y problemáticas que
encontraban día a día en sus barrios. Pero también, motivándolos a ir más allá,
a explorar nuevos lugares de su localidad, a conocer nuevas personas y
personajes y sus historias de vida, ampliando sus horizontes de interacción
cotidianos, y ayudándolos a darse cuenta de las complejidades existentes, tanto
en los aspectos positivos como en los negativos con los que se encontraban en
el camino.
De esta
manera, se cambió de manera positiva la relación de los jóvenes con su
realidad, ayudando a que tomen conciencia de la importancia y valor de su voz
en su comunidad, y a que reflexionen sobre el significado de las
manifestaciones culturales y de las problemáticas que existen en el Callao,
para que éstas no sigan siendo simples cosas de todos los días y pasen a ser
parte de su realidad conciente.
Así, creemos
que cierto sentido de ciudadanía se puede haber creado en ellos, lo que
implicaría que, al haber conocido y reflexionado sobre los aspectos positivos
de su entorno, los participantes del taller puedan sentirse inclinados –debido
a que se identifican con ellos– a conservarlos o al menos, a no afectarlos.
Pensamos que esto podría significar que el taller de fotografía participativa
sí pudo haber logrado, en alguna medida, prevenir en los jóvenes conductas de
riesgo.
·
Sobre el discurso de las facilitadoras y el logro en los
jóvenes de un cambio positivo en la relación con su entorno La propuesta que
las organizadoras del taller, Alejandra Arias-Stella y Luana Letts desarrollan
para el taller de fotografía participativa se apoya en varios elementos: a) su
formación profesional, que entre ambas reúne conocimientos de comunicaciones,
fotografía, artes plásticas, diseño de proyectos y manejo de grupos, la cual,
según ellas mismas reconocen, ayudó en el planeamiento y desarrollo del taller;
b) su experiencia previa en proyectos participativos similares, especialmente
la de Arias-Stella, quien había trabajado en proyectos de video participativo y
había implementado un taller de fotografía participativa en Órganos, Piura, en
este último recibiendo el apoyo de Letts; c) la necesidad de promover la
existencia de espacios de comunicación que, fuera de la escuela –la cual es
vista por muchos jóvenes como una imposición y un ambiente de jerarquías y
autoridad– susciten experiencias de aprendizaje participativo, dinámico y
motivador, que permitan a los jóvenes –o a otros grupos de edad– expresarse y
autoafirmar su personalidad entrando en
contacto con estímulos positivos para su vida; d) los objetivos del programa
Callao Joven, entre los que se encontraba la prevención de conductas de riesgo,
el cual enmarcó de manera global el desarrollo del taller.
Partiendo de
estos elementos, Arias-Stella y Letts diseñaron una propuesta de discurso que
encierra una concepción de la fotografía como herramienta de comunicación, que
permite a los participantes expresar –hacer escuchar– su opinión o punto de
vista sobre aquellos que los rodea de una manera fácil y amigable, motivándolos
a explorar en su entorno y en su interior aspectos relevantes para su
experiencia de vida.
Pero el
proceso de comunicación no se quedó en la producción de imágenes, sino que fue
más allá y buscó motivar la participación, a través de la discusión e
interacción entre los jóvenes y las facilitadoras. De otra forma, la
observación y la captura de imágenes se hubiera convertido en un acto
individual que se queda en lo anecdótico y no facilita el surgimiento de una
toma de conciencia y de un punto de vista, de una posición respecto a lo que se
ve y se vive y que ostenta su valor en su expresión y comunicación. Al darles a
los jóvenes la oportunidad de expresarse libre y espontáneamente, de proponer y
de ser tomados en cuenta, se da voz a su propuesta, empoderándolos, haciéndolos
sentir que lo que ellos piensan y dicen es significativo y merece ser considerado
como tal.
Sin embargo,
creemos que los resultados del taller hubieran sido más significativos si se
hubiera planteado como más que un espacio comunicativo y reflexivo, sino que
estuviera acompañado de un soporte que posibilite que los participantes
vuelquen sus nuevas inquietudes y actitudes para convertirlas en prácticas
prosociales. No hubo un mecanismo para materializar esa incipiente ciudadanía
que se estaba generando y lograr una propuesta.
Creemos que una iniciativa planteada desde la comunicación para el
desarrollo no debe ver la comunicación como fin, sino que debe ser un medio
para lograr un objetivo mayor, que en este caso es la inserción de los jóvenes
como ciudadanos en su comunidad.
·
Relación entre la metodología y la generación de insights
en los participantes Le metodología de la fotografía participativa implementada
en el taller logró producir un proceso de comunicación que fomentó la
generación de un conjunto de insights70 en los jóvenes participantes. Esta
generación se logró debido a la conjunción de dos grupos de variables: las
relacionadas a las características del recurso fotográfico y las referidas al
taller como espacio dialógico de comunicación.
En lo
referido al primer grupo, hemos identificado cuatro variables –una más que las
planteadas como hipótesis al inicio de la investigación–, las cuales detallamos
a continuación:
a) El fácil
manejo de la técnica fotográfica y de la tecnología empleada:
Si bien es
cierto que la técnica en fotografía requiere de mucha práctica para dominarla,
el aprendizaje del uso básico de una cámara fotográfica que logre imágenes sin
defectos técnicos graves (dedos que cubren el objetivo, fotos demasiado oscuras
o claras, partes importantes de los sujetos u objetos cortadas en el encuadre,
etc.) no es algo complicado. Sobre todo cuando se usan cámaras automáticas como
las que se emplearon en el taller, las cuales solo requieren de dos pasos para
lograr una foto: encuadrar y disparar. Esto fue aprendido por los jóvenes a
través de ejercicios prácticos con y sin la cámara, acostumbrándose así a
detenerse y observar primero, antes que disparar de forma descuidada. De esta
manera, el soporte tecnológico –la cámara fotográfica– funcionó como un motor
de la participación y de la comunicación antes que como un obstáculo para
lograr ambas.
b) El
componente lúdico e interactivo del uso de la cámara fotográfica:
Partiendo de
la facilidad de manejo de la cámara y de la toma de fotografías, los jóvenes
afirmaron haberse divertido tomando sus fotografías. Esto está relacionado a la
novedad que esta técnica representaba para los jóvenes, para quienes –como
vemos en el siguiente punto–, a pesar de estar familiarizados con el lenguaje
de la imagen, el hecho de salir a tomar fotografías con el fin de mostrar y
comunicar algo a través de ellas significaba algo nuevo y atractivo. Por esta
razón, estuvieron motivados a participar y a compartir su visión del Callao con
los demás participantes.
c) La
familiaridad de los jóvenes con lo icónico del lenguaje fotográfico:
Actualmente
los jóvenes están expuestos constantemente a imágenes (televisión, Internet,
revistas, periódicos), y no tanto a la abstracción que otros medios, como el
escrito, requieren. Por ello, la imagen resulta, para este tipo de público, más
atractiva, más fácil y rápida de aprehender y comprender, y en el caso de la
fotografía, de producir. Hemos visto que al momento de expresarse por escrito
–en sus tareas y ejercicios– la mayoría de los jóvenes mostraba dificultades
para plasmar sus ideas, siendo esto reconocido también por las facilitadoras
del taller. En cambio, con la fotografía no existían estos límites del lenguaje
formal, lo que hace a la fotografía participativa una metodología ideal para
trabajar con poblaciones no introducidas en el proceso de educación escolar y
de alfabetización convencionales. Es decir, no pone límites de lengua, nivel
educativo, origen geográfico o situación socioeconómica.
d) La
practicidad del recurso fotográfico, con un click se obtiene el producto:
Al nivel en
el que se trabajó la técnica fotográfica en los talleres, que buscó darle a los
participantes las herramientas básicas para que puedan expresarse y comunicar
su punto de vista a través de sus fotos, no se requirió un proceso de
producción ni una mediación demasiado complejos para la obtención del producto
final: la fotografía en papel. Es decir, para que esta parte del proceso
comunicacional se dé, los participantes solo tienen que tomar la fotografía, no
es necesario que hagan nada más. Esto la diferencia de otras metodologías audiovisuales, como la del
video participativo, en donde la obtención de un producto final requiere de un
proceso de edición posterior. Luego, con la fotografía en sus manos, es cuando
el diálogo “se dispara”.
Aquí es
donde entran las variables del segundo grupo, las referidas al taller como
espacio dialógico de comunicación. Hemos identificado tres componentes que
hicieron del taller un espacio que promovió la comunicación y que a su vez,
generó en los participantes una toma de conciencia sobre su entorno:
a) El
lenguaje utilizado por las facilitadoras:
Se convirtió
en un vínculo que las acercó a los jóvenes y promovió la generación de empatía
y confianza. Se evitó el uso de términos técnicos, o de lenguaje formal.
Además, por la formación de las facilitadoras (en comunicación, fotografía y
arte) y por su rango de edad –tenían 26 y 30 años al momento del taller– tenían
familiaridad con la forma de expresarse de los jóvenes y facilidad para
adaptarse a ella. Esto se sumó al conocimiento que pudieron obtener del
lenguaje de los participantes a partir del proceso de selección y la
documentación que emplearon para ello.
b)
Desarrollo de una relación horizontal y de respeto entre todos los
participantes del taller:
Con esto se
logró que todos se sientan en igualdad de condiciones para participar y aportar
desde su experiencia, sintiéndose seguros de que su opinión, sea cual
fuera, sería valorada y respetada tanto
por las facilitadoras como por el resto de jóvenes participantes, siempre y
cuando se observen las normas de respeto que se acordaron en el taller. Muchas
veces la participación fue espontánea, a partir de un tema particular en
discusión. Otras, cuando algunos no compartían su punto de vista, las
facilitadoras los motivaban a expresarse y compartir con el grupo su opinión.
La distribución espacial de los participantes y las facilitadoras fue también
un elemento importante, ya que, al estar todos en torno a una mesa, la
interacción se hizo más directa y cercana, evitando establecer relaciones
jerárquicas de poder, dándole a todos igual oportunidad de intervenir.
Así, la
horizontalidad de la relación pasó, sobre todo, por la que se establecía entre
los jóvenes y las facilitadoras, quienes evitaron imponerse como figuras de
autoridad y de poseedoras de la razón, optando más bien por transmitir
confianza, tolerancia e igualdad de trato, eliminando jerarquías del tipo
profesor-aprendiz a las que muchos de los jóvenes están acostumbrados en la
escuela.
c) Detonar
la comunicación, no imponer los mensajes:
Motivarlos a
participar y dejarlos hablar, ese fue uno de los aspectos claves del proceso de
comunicación generado en el taller. A pesar de que el hecho de instruir en
técnica fotográfica implique una declaración de qué está bien y qué está mal al
momento de tomar una foto, las fotografías de los participantes no se valoraron
por sus características técnicas, sino por lo que comunicaban sobre la visión
que cada uno de ellos tenía sobre su localidad, el Callao, en sus distintos
barrios. En el taller no se buscó enseñar, sino aprender juntos; no se llegó
con respuestas correctas, sino con preguntas motivadoras.
Así, más que
inoculadoras de conocimiento, las facilitadoras fueron promotoras de la
comunicación y expresión libre, haciendo que la reflexión de los involucrados
sea el centro del proceso participativo, motivando que ellos mismos sean los
que identifiquen y tomen conciencia –concienciación como diría Freire– de su
realidad y se comprometan a cambiarla. Sin ese proceso de toma de conciencia,
de generación de un insight sobre su propia realidad, no se estaría impulsando
un verdadero cambio, sino simplemente se haría entrega de un paquete de
conocimientos, sin participación de los involucrados, sin construcción de ideas
ni procesos de comunicación. Todo lo que la fotografía participativa no es.
Esto fue
reconocido por los jóvenes, quienes manifestaron sentirse a gusto con la forma
en que las facilitadoras desarrollaban el taller y cómo se relacionaban con
ellos. Como hemos mencionado en nuestra investigación, el objetivo de un taller
que desarrolle la metodología de la fotografía participativa es que sean los
mismos participantes, a través del diálogo en grupo, la reflexión y el
acompañamiento de los facilitadores, quienes identifiquen –usando la
fotografía– los temas relevantes de su entorno y que se vean motivados a tomar
alguna acción para lograr un cambio. Esta identificación y toma de conciencia
–generación de insights– fueron logradas gracias a las características metodológicas
del taller analizado en esta investigación, y a continuación detallamos cuáles
han sido los principales insights generados en los participantes.
Los insights
generados Luego del análisis de toda la información obtenida, especialmente a
través de las entrevistas a los participantes, hemos identificado 2 tipos de
insights principales generados en los jóvenes.
a) Un
insight crítico sobre la situación y conductas de riesgo delincuencial a la que
están expuestos:
Los
participantes reconocieron que en los barrios donde viven existen problemas
como el pandillaje, comercialización y consumo de drogas, robo, entre otros. Si
bien este reconocimiento no es producto del trabajo en el taller, sí lo fue la
toma de conciencia sobre las consecuencias negativas que estas prácticas pueden
traer a sus vidas o las de los que los rodean. Los mismos jóvenes reflexionaban
sobre estos problemas y dialogaban según lo que ellos pensaban de éstos y de
acuerdo a su experiencia de vida, compartiendo su visión y conociendo la de sus
compañeros.
Dado que se
trató de adolescentes entre 15 y 19 años en pleno proceso de formación de su
personalidad, para algunos, el hecho de involucrarse en prácticas como
pandillaje, robo o drogadicción puede responder a una necesidad de
autoafirmación, de aceptación y de identificación con un grupo en el que se los
valore por lo que hacen, necesidades que en muchos casos no son satisfechas en
la escuela o en el seno familiar. Por eso, creemos que el hecho de darles la
posibilidad de expresarse y hacer valer su opinión a través de las actividades
y dinámicas del taller, ayuda a mejorar su autoestima y a definir y reafirmar
su identidad, lo que evita que busquen
en conductas de riesgo motivos para afirmarla, y encontrar seguridad.
b) Un
insight valorativo hacia su entorno, el Callao, y su condición como
ciudadanos:
A raíz de lo
trabajado en el taller los jóvenes entraron en contacto con nuevos lugares y
nuevas realidades del Callao, así como con nuevas personas que provenían de
distintas partes de la región. A su vez, profundizaron su conocimiento de
realidades cotidianas, como manifestaciones culturales, oficios y tradiciones,
con las cuales convivían permanentemente pero en las cuales no habían reparado
de manera especial, o a las que simplemente no le habían prestado atención, por
ser justamente, algo de todos los días.
En las
fotografías de los participantes vemos de qué manera se acercaron a las
temáticas que abordaron, las cuales siempre requerían un trabajo de reflexión e
investigación previo. Así, se fotografió temas positivos del Callao como
algunos oficios y profesiones –policías, heladeros, bomberos, profesores,
vendedores de comida–; expresiones artísticas, como murales y graffitis;
paisajes de distintas partes del Callao;
personas – amigos o familiares de los participantes– posando, jugando o
realizando sus tareas diarias. Y también capturaron aspectos negativos, como la
contaminación; pintas en las paredes; edificios y construcciones descuidadas;
consumo de drogas y violencia (estas situaciones fueron reconstruidas). Todo
este trabajo permitió que los jóvenes que integraron el taller de fotografía
participativa se acerquen a su entorno de forma crítica y reflexiva, sacando
cada uno sus propias conclusiones de su experiencia.
Casos como
el de Francesco (19) y su contacto con los recicladores de su barrio, Tiwinza;
el de Andrés (19) y su primera visita al Asentamiento Humano Pachacútec, en
Ventanilla, o el de Kathy (16) y su descubrimiento de que Chucuito es una zona
bonita para pasear con sus amigas, son algunas muestras de lo que el desarrollo
de las actividades del taller dejó en los jóvenes. Asimismo, hubo casos en los
que los participantes, además de identificar las distintas problemáticas,
tomaron conciencia de su rol dentro de que existían en sus barrios. Gerardo
(16) manifestó que al fotografiar los temas propuestos en el taller, se daba
cuenta de “lo fuerte que es” y que había que hacer algo al respecto, los
problemas que veía en su barrio los sentía suyos (Valdivia 2011h).
De este
modo, podemos ver que la experiencia de participar en el taller del proyecto
Nuestra Mirada-Callao 2009, ayudó a que los jóvenes se acercaran a su entorno
con una mirada crítica, aproximándose a las prácticas y tradiciones locales de
forma reflexiva, descubriendo nuevos
lugares, situaciones y personajes de sus barrios y del Callao en general, y
comprendiendo mejor las problemáticas que existen a su alrededor.
Se planteó
como hipótesis que el taller habría logrado, también, generar un insight que
motive a la acción, a la incidencia por parte de los jóvenes en su propia
realidad. Hubo casos –como el de Gerardo– en los que los participantes
reconocieron que es necesario formar parte de la solución de los problemas o
que no solo el Estado tiene que encargarse de resolverlos, mas no se llegó a
conectar esta reflexión y toma de conciencia sobre su entorno con un
involucramiento en acciones concretas para cambiarlo.