miércoles, 9 de abril de 2014

TESIS II

PREGUNTA PRINCIPAL
¿De qué manera un plan de comunicación, basado en la fotografía documental participativa, permitirá Fortalecer la autoestima de los niños y niñas entre 8 y 12 años del centro poblado Chosica del norte, para Promover su identidad con el medio donde viven?
OBJETIVOS
·         O. GENERAL
Determinar la manera en que un plan de comunicación, basado en la fotografía documental participativa, permitirá fortalecer la autoestima de los niños y niñas, entre 8 y 12 años, del centro poblado Chosica del Norte, para promover su identidad con el medio donde viven.

·         O. ESPECÍFICOS
§  Describir el nivel de autoestima de los niños en relación con su medio ambiente.
§  Determinar las coordenadas en materia de estrategias comunicacionales, sustentadas en la fotografía documental participativa.
§  Analizar el nivel de comprensión sobre la realidad de Chosica del Norte en los niños del centro poblado.
§  Promover un espacio de comunicación que incentive la valoración y sólida autoestima en los niños de Chosica del Norte.
§  Descubrir habilidades en la técnica fotográfica para ampliar las lecturas sobre su mundo.
MUESTRA
Mi muestra la constituyen los niños que están adheridos a los talleres que brinda el Centro Esperanza en Chosica del Norte. 
 HOMOGÉNEA
Lo conforman el total de niños (40) que oscilan entre los 8 y 12 años de edad, varones y mujeres. Todos ellos están perteneciendo activamente en los talleres del Centro Esperanza. La problemática que mencioné y motiva mi investigación se hace fuerte a partir de los 8 años; según mi experiencia de Docente encargado del taller de Teatro. A partir de esta edad el niño sale de su comunidad y es consciente de los demás contextos, sopesando y contrastando diferentes informaciones que recibe del exterior. 
 ADECUADA 
 Para casos de aplicación de instrumentos se fija exactamente con el número total de niños (40).


DISEÑO DE INVESTIGACIÒN
 
GE  O1   X(1)  O2   X(2)  O3   X(3)  O4   O

GC  O1                                      O4





                                                                                                                                 

ANTECEDENTE




TÌTULO: “Comunícalo con imágenes: la metodología de la fotografía participativa como herramienta para promover identidad local y prevenir conductas de riesgo. La experiencia del proyecto Nuestra Mirada – Callao 2009
AUTOR: Carlos Felipe Valdivia Pizarro
LUGAR: Lima - Perù
AÑO: 2012
TIPO: descriptiva
CARACTERÍSTICAS MUESTRALES: tomó como unidades de observación a:
El Taller  y
Los jóvenes del callo: 19 en total, hombres y mujeres
7 de La Perla, 1 de Ventanilla, 8 del distrito del Callao y 1 de Bellavista
Edad: entre 15 y 17 años
CONCLUSIONES:
Las conclusiones se encuentran organizadas según las interrogantes iniciales de investigación que planteamos para este trabajo, y constituyen nuestra respuesta a las mismas a partir del trabajo cualitativo de investigación y análisis que hemos desarrollado.
·         Los procesos de comunicación generados y el cambio en la relación de los participantes con su localidad Al inicio de esta investigación planteamos como objetivo principal determinar de qué forma los procesos de comunicación desarrollados en el taller de fotografía participativa del proyecto Nuestra Mirada - Callao 2009 promovieron un cambio positivo en la relación de los jóvenes de la región Callao con su localidad. Luego de acercarnos a la realidad del proyecto y del taller de fotografía a través de los testimonios de sus protagonistas y de otras fuentes de información relevantes, creemos que sí se logró un cambio positivo en esta relación, y que ello se dio como resultado del desarrollo de procesos comunicacionales propios de la metodología implementada y de las actividades del taller.
El taller de fotografía participativa analizado en esta investigación estableció dos procesos de comunicación principales. Uno de ellos, que fue el motor del taller y del que parten los otros, es el desarrollado a través del trabajo fotográfico, comunicando la visión de los participantes sobre su localidad por medio de las imágenes que ellos mismos lograban. Tomar una fotografía es, en este caso, una elección de capturar un momento o lo que éste representa, para comunicarlo. Para muchas personas – especialmente para los adolescentes, siempre con inseguridades y dudas propias de su edad– puede ser más difícil comunicar lo que quieren decir o expresarse a través de palabras, orales o escritas. La fotografía permite transmitir un mensaje de forma simple y directa, facilitando la comunicación de ideas u opiniones para quienes normalmente no están acostumbrados a expresarlas de forma tradicional.
La elección de lo que se quiere comunicar es, al fin y al cabo, una pequeña muestra de nuestra identidad, de cómo somos, de lo que nos gusta, de lo que desaprobamos, de lo que hacemos o queremos hacer. A través de la fotografía sale a la luz esa voz y se legitima nuestra propia visión de la realidad, compartiéndola con nuestros pares, cimentando así su valor y su unicidad, y por lo tanto, el hecho de que vale la pena ser tomada en cuenta. Así, el punto de vista del participante, su voz, es empoderada. En el taller de fotografía participativa, los jóvenes adolescentes, gracias al soporte que les ofrece la fotografía, pudieron expresar su identidad personal, reconstruyéndola y reafirmándola en el acto de compartirla y presentarla ante los demás.
Es justamente en ese compartir que se generó el otro proceso comunicacional: el diálogo y discusión permanente en torno al resultado de las fotografías y a las temáticas que éstas representaban. Este era en realidad un ciclo, que se originaba en la discusión previa sobre la temática que iba a retratarse en el trabajo fotográfico –que incluía discusiones orales y reflexiones por medio de tareas escritas–, seguía con la toma de las fotografías, y pasaba al diálogo y reflexión a partir de éstas, iniciando de nuevo el ciclo para el siguiente tema y grupo de imágenes. 
Siguiendo esta dinámica, se estableció una interacción comunicativa entre los mismos jóvenes chalacos y entre éstos y las facilitadoras de los talleres. Los participantes provenían de distintas zonas geográficas y contextos socioeconómicos del Callao, y esta interacción entre jóvenes con diferentes historias y experiencias de vida también enriqueció el diálogo y la reflexión en el taller. Como hemos expuesto, los participantes del taller son jóvenes que viven en entornos muchas veces violentos y peligrosos y en los cuales las oportunidades para participar de iniciativas que promuevan su desarrollo personal fuera de la escuela son limitadas –aunque no inexistentes, ya que había jóvenes que participaban en grupos parroquiales o de teatro–. 
Asimismo, a partir de sus testimonios nos dimos cuenta de que, antes de participar en el taller, en su quehacer cotidiano, como es natural, limitaban su desplazamiento y su relacionamiento interpersonal a los lugares y personas que ellos conocían mejor o le eran más familiares. Gracias a las actividades del taller, varios participantes pudieron conocer nuevos e interesantes lugares del Callao, los cuales, según refirieron, no hubieran frecuentado si no fuera por haber tenido que realizar las tareas del taller. 
Así, de los nueve jóvenes que entrevistamos, siete afirmaron que la experiencia del taller hizo que entraran en contacto con personas o realidades que eran nuevas para ellos o a las que no habían prestado atención, descubriendo elementos valiosos e interesantes. Y del total de entrevistados, cinco refirieron que el taller los impulsó a desarrollarse como personas, mejorando su desenvolvimiento, ayudándolos a ser más responsables y maduros o simplemente haciéndolos valorar el compañerismo vivido en clase.
Tomando todo esto en cuenta podemos afirmar que la expresión y valoración de sus puntos de vista personales a través de las fotografías y el diálogo y reflexión generados para y a partir de sus imágenes, motivaron que los jóvenes se enfrenten con su entorno de manera crítica, acercándolos a las expresiones y problemáticas que encontraban día a día en sus barrios. Pero también, motivándolos a ir más allá, a explorar nuevos lugares de su localidad, a conocer nuevas personas y personajes y sus historias de vida, ampliando sus horizontes de interacción cotidianos, y ayudándolos a darse cuenta de las complejidades existentes, tanto en los aspectos positivos como en los negativos con los que se encontraban en el camino. 
De esta manera, se cambió de manera positiva la relación de los jóvenes con su realidad, ayudando a que tomen conciencia de la importancia y valor de su voz en su comunidad, y a que reflexionen sobre el significado de las manifestaciones culturales y de las problemáticas que existen en el Callao, para que éstas no sigan siendo simples cosas de todos los días y pasen a ser parte de su realidad conciente. 
Así, creemos que cierto sentido de ciudadanía se puede haber creado en ellos, lo que implicaría que, al haber conocido y reflexionado sobre los aspectos positivos de su entorno, los participantes del taller puedan sentirse inclinados –debido a que se identifican con ellos– a conservarlos o al menos, a no afectarlos. Pensamos que esto podría significar que el taller de fotografía participativa sí pudo haber logrado, en alguna medida, prevenir en los jóvenes conductas de riesgo.
·         Sobre el discurso de las facilitadoras y el logro en los jóvenes de un cambio positivo en la relación con su entorno La propuesta que las organizadoras del taller, Alejandra Arias-Stella y Luana Letts desarrollan para el taller de fotografía participativa se apoya en varios elementos: a) su formación profesional, que entre ambas reúne conocimientos de comunicaciones, fotografía, artes plásticas, diseño de proyectos y manejo de grupos, la cual, según ellas mismas reconocen, ayudó en el planeamiento y desarrollo del taller; b) su experiencia previa en proyectos participativos similares, especialmente la de Arias-Stella, quien había trabajado en proyectos de video participativo y había implementado un taller de fotografía participativa en Órganos, Piura, en este último recibiendo el apoyo de Letts; c) la necesidad de promover la existencia de espacios de comunicación que, fuera de la escuela –la cual es vista por muchos jóvenes como una imposición y un ambiente de jerarquías y autoridad– susciten experiencias de aprendizaje participativo, dinámico y motivador, que permitan a los jóvenes –o a otros grupos de edad– expresarse y autoafirmar su personalidad  entrando en contacto con estímulos positivos para su vida; d) los objetivos del programa Callao Joven, entre los que se encontraba la prevención de conductas de riesgo, el cual enmarcó de manera global el desarrollo del taller.
Partiendo de estos elementos, Arias-Stella y Letts diseñaron una propuesta de discurso que encierra una concepción de la fotografía como herramienta de comunicación, que permite a los participantes expresar –hacer escuchar– su opinión o punto de vista sobre aquellos que los rodea de una manera fácil y amigable, motivándolos a explorar en su entorno y en su interior aspectos relevantes para su experiencia de vida. 
Pero el proceso de comunicación no se quedó en la producción de imágenes, sino que fue más allá y buscó motivar la participación, a través de la discusión e interacción entre los jóvenes y las facilitadoras. De otra forma, la observación y la captura de imágenes se hubiera convertido en un acto individual que se queda en lo anecdótico y no facilita el surgimiento de una toma de conciencia y de un punto de vista, de una posición respecto a lo que se ve y se vive y que ostenta su valor en su expresión y comunicación. Al darles a los jóvenes la oportunidad de expresarse libre y espontáneamente, de proponer y de ser tomados en cuenta, se da voz a su propuesta, empoderándolos, haciéndolos sentir que lo que ellos piensan y dicen es significativo y merece ser considerado como tal.
Sin embargo, creemos que los resultados del taller hubieran sido más significativos si se hubiera planteado como más que un espacio comunicativo y reflexivo, sino que estuviera acompañado de un soporte que posibilite que los participantes vuelquen sus nuevas inquietudes y actitudes para convertirlas en prácticas prosociales. No hubo un mecanismo para materializar esa incipiente ciudadanía que se estaba generando y lograr una propuesta.  Creemos que una iniciativa planteada desde la comunicación para el desarrollo no debe ver la comunicación como fin, sino que debe ser un medio para lograr un objetivo mayor, que en este caso es la inserción de los jóvenes como ciudadanos en su comunidad.
·         Relación entre la metodología y la generación de insights en los participantes Le metodología de la fotografía participativa implementada en el taller logró producir un proceso de comunicación que fomentó la generación de un conjunto de insights70 en los jóvenes participantes. Esta generación se logró debido a la conjunción de dos grupos de variables: las relacionadas a las características del recurso fotográfico y las referidas al taller como espacio dialógico de comunicación. 
En lo referido al primer grupo, hemos identificado cuatro variables –una más que las planteadas como hipótesis al inicio de la investigación–, las cuales detallamos a continuación:
a) El fácil manejo de la técnica fotográfica y de la tecnología empleada:
Si bien es cierto que la técnica en fotografía requiere de mucha práctica para dominarla, el aprendizaje del uso básico de una cámara fotográfica que logre imágenes sin defectos técnicos graves (dedos que cubren el objetivo, fotos demasiado oscuras o claras, partes importantes de los sujetos u objetos cortadas en el encuadre, etc.) no es algo complicado. Sobre todo cuando se usan cámaras automáticas como las que se emplearon en el taller, las cuales solo requieren de dos pasos para lograr una foto: encuadrar y disparar. Esto fue aprendido por los jóvenes a través de ejercicios prácticos con y sin la cámara, acostumbrándose así a detenerse y observar primero, antes que disparar de forma descuidada. De esta manera, el soporte tecnológico –la cámara fotográfica– funcionó como un motor de la participación y de la comunicación antes que como un obstáculo para lograr ambas.
b) El componente lúdico e interactivo del uso de la cámara fotográfica:
Partiendo de la facilidad de manejo de la cámara y de la toma de fotografías, los jóvenes afirmaron haberse divertido tomando sus fotografías. Esto está relacionado a la novedad que esta técnica representaba para los jóvenes, para quienes –como vemos en el siguiente punto–, a pesar de estar familiarizados con el lenguaje de la imagen, el hecho de salir a tomar fotografías con el fin de mostrar y comunicar algo a través de ellas significaba algo nuevo y atractivo. Por esta razón, estuvieron motivados a participar y a compartir su visión del Callao con los demás participantes.
c) La familiaridad de los jóvenes con lo icónico del lenguaje fotográfico:
Actualmente los jóvenes están expuestos constantemente a imágenes (televisión, Internet, revistas, periódicos), y no tanto a la abstracción que otros medios, como el escrito, requieren. Por ello, la imagen resulta, para este tipo de público, más atractiva, más fácil y rápida de aprehender y comprender, y en el caso de la fotografía, de producir. Hemos visto que al momento de expresarse por escrito –en sus tareas y ejercicios– la mayoría de los jóvenes mostraba dificultades para plasmar sus ideas, siendo esto reconocido también por las facilitadoras del taller. En cambio, con la fotografía no existían estos límites del lenguaje formal, lo que hace a la fotografía participativa una metodología ideal para trabajar con poblaciones no introducidas en el proceso de educación escolar y de alfabetización convencionales. Es decir, no pone límites de lengua, nivel educativo, origen geográfico o situación socioeconómica.
d) La practicidad del recurso fotográfico, con un click se obtiene el producto: 
Al nivel en el que se trabajó la técnica fotográfica en los talleres, que buscó darle a los participantes las herramientas básicas para que puedan expresarse y comunicar su punto de vista a través de sus fotos, no se requirió un proceso de producción ni una mediación demasiado complejos para la obtención del producto final: la fotografía en papel. Es decir, para que esta parte del proceso comunicacional se dé, los participantes solo tienen que tomar la fotografía, no es necesario que hagan nada más. Esto la diferencia de otras                                 metodologías audiovisuales, como la del video participativo, en donde la obtención de un producto final requiere de un proceso de edición posterior. Luego, con la fotografía en sus manos, es cuando el diálogo “se dispara”.
Aquí es donde entran las variables del segundo grupo, las referidas al taller como espacio dialógico de comunicación. Hemos identificado tres componentes que hicieron del taller un espacio que promovió la comunicación y que a su vez, generó en los participantes una toma de conciencia sobre su entorno:
a) El lenguaje utilizado por las facilitadoras:
Se convirtió en un vínculo que las acercó a los jóvenes y promovió la generación de empatía y confianza. Se evitó el uso de términos técnicos, o de lenguaje formal. Además, por la formación de las facilitadoras (en comunicación, fotografía y arte) y por su rango de edad –tenían 26 y 30 años al momento del taller– tenían familiaridad con la forma de expresarse de los jóvenes y facilidad para adaptarse a ella. Esto se sumó al conocimiento que pudieron obtener del lenguaje de los participantes a partir del proceso de selección y la documentación que emplearon para ello.
b) Desarrollo de una relación horizontal y de respeto entre todos los participantes del taller:
Con esto se logró que todos se sientan en igualdad de condiciones para participar y aportar desde su experiencia, sintiéndose seguros de que su opinión, sea cual fuera,  sería valorada y respetada tanto por las facilitadoras como por el resto de jóvenes participantes, siempre y cuando se observen las normas de respeto que se acordaron en el taller. Muchas veces la participación fue espontánea, a partir de un tema particular en discusión. Otras, cuando algunos no compartían su punto de vista, las facilitadoras los motivaban a expresarse y compartir con el grupo su opinión. La distribución espacial de los participantes y las facilitadoras fue también un elemento importante, ya que, al estar todos en torno a una mesa, la interacción se hizo más directa y cercana, evitando establecer relaciones jerárquicas de poder, dándole a todos igual oportunidad de intervenir.
Así, la horizontalidad de la relación pasó, sobre todo, por la que se establecía entre los jóvenes y las facilitadoras, quienes evitaron imponerse como figuras de autoridad y de poseedoras de la razón, optando más bien por transmitir confianza, tolerancia e igualdad de trato, eliminando jerarquías del tipo profesor-aprendiz a las que muchos de los jóvenes están acostumbrados en la escuela. 
c) Detonar la comunicación, no imponer los mensajes:
Motivarlos a participar y dejarlos hablar, ese fue uno de los aspectos claves del proceso de comunicación generado en el taller. A pesar de que el hecho de instruir en técnica fotográfica implique una declaración de qué está bien y qué está mal al momento de tomar una foto, las fotografías de los participantes no se valoraron por sus características técnicas, sino por lo que comunicaban sobre la visión que cada uno de ellos tenía sobre su localidad, el Callao, en sus distintos barrios. En el taller no se buscó enseñar, sino aprender juntos; no se llegó con respuestas correctas, sino con preguntas motivadoras. 
Así, más que inoculadoras de conocimiento, las facilitadoras fueron promotoras de la comunicación y expresión libre, haciendo que la reflexión de los involucrados sea el centro del proceso participativo, motivando que ellos mismos sean los que identifiquen y tomen conciencia –concienciación como diría Freire– de su realidad y se comprometan a cambiarla. Sin ese proceso de toma de conciencia, de generación de un insight sobre su propia realidad, no se estaría impulsando un verdadero cambio, sino simplemente se haría entrega de un paquete de conocimientos, sin participación de los involucrados, sin construcción de ideas ni procesos de comunicación. Todo lo que la fotografía participativa no es.
Esto fue reconocido por los jóvenes, quienes manifestaron sentirse a gusto con la forma en que las facilitadoras desarrollaban el taller y cómo se relacionaban con ellos. Como hemos mencionado en nuestra investigación, el objetivo de un taller que desarrolle la metodología de la fotografía participativa es que sean los mismos participantes, a través del diálogo en grupo, la reflexión y el acompañamiento de los facilitadores, quienes identifiquen –usando la fotografía– los temas relevantes de su entorno y que se vean motivados a tomar alguna acción para lograr un cambio. Esta identificación y toma de conciencia –generación de insights– fueron logradas gracias a las características metodológicas del taller analizado en esta investigación, y a continuación detallamos cuáles han sido los principales insights generados en los participantes. 
Los insights generados Luego del análisis de toda la información obtenida, especialmente a través de las entrevistas a los participantes, hemos identificado 2 tipos de insights principales generados en los jóvenes. 
a) Un insight crítico sobre la situación y conductas de riesgo delincuencial a la que están expuestos: 
Los participantes reconocieron que en los barrios donde viven existen problemas como el pandillaje, comercialización y consumo de drogas, robo, entre otros. Si bien este reconocimiento no es producto del trabajo en el taller, sí lo fue la toma de conciencia sobre las consecuencias negativas que estas prácticas pueden traer a sus vidas o las de los que los rodean. Los mismos jóvenes reflexionaban sobre estos problemas y dialogaban según lo que ellos pensaban de éstos y de acuerdo a su experiencia de vida, compartiendo su visión y conociendo la de sus compañeros. 
Dado que se trató de adolescentes entre 15 y 19 años en pleno proceso de formación de su personalidad, para algunos, el hecho de involucrarse en prácticas como pandillaje, robo o drogadicción puede responder a una necesidad de autoafirmación, de aceptación y de identificación con un grupo en el que se los valore por lo que hacen, necesidades que en muchos casos no son satisfechas en la escuela o en el seno familiar. Por eso, creemos que el hecho de darles la posibilidad de expresarse y hacer valer su opinión a través de las actividades y dinámicas del taller, ayuda a mejorar su autoestima y a definir y reafirmar su identidad,  lo que evita que busquen en conductas de riesgo motivos para afirmarla, y encontrar seguridad.
b) Un insight valorativo hacia su entorno, el Callao, y su condición como ciudadanos: 
A raíz de lo trabajado en el taller los jóvenes entraron en contacto con nuevos lugares y nuevas realidades del Callao, así como con nuevas personas que provenían de distintas partes de la región. A su vez, profundizaron su conocimiento de realidades cotidianas, como manifestaciones culturales, oficios y tradiciones, con las cuales convivían permanentemente pero en las cuales no habían reparado de manera especial, o a las que simplemente no le habían prestado atención, por ser justamente, algo de todos los días. 
En las fotografías de los participantes vemos de qué manera se acercaron a las temáticas que abordaron, las cuales siempre requerían un trabajo de reflexión e investigación previo. Así, se fotografió temas positivos del Callao como algunos oficios y profesiones –policías, heladeros, bomberos, profesores, vendedores de comida–; expresiones artísticas, como murales y graffitis; paisajes de distintas partes del Callao;  personas – amigos o familiares de los participantes– posando, jugando o realizando sus tareas diarias. Y también capturaron aspectos negativos, como la contaminación; pintas en las paredes; edificios y construcciones descuidadas; consumo de drogas y violencia (estas situaciones fueron reconstruidas). Todo este trabajo permitió que los jóvenes que integraron el taller de fotografía participativa se acerquen a su entorno de forma crítica y reflexiva, sacando cada uno sus propias conclusiones de su experiencia.
Casos como el de Francesco (19) y su contacto con los recicladores de su barrio, Tiwinza; el de Andrés (19) y su primera visita al Asentamiento Humano Pachacútec, en Ventanilla, o el de Kathy (16) y su descubrimiento de que Chucuito es una zona bonita para pasear con sus amigas, son algunas muestras de lo que el desarrollo de las actividades del taller dejó en los jóvenes. Asimismo, hubo casos en los que los participantes, además de identificar las distintas problemáticas, tomaron conciencia de su rol dentro de que existían en sus barrios. Gerardo (16) manifestó que al fotografiar los temas propuestos en el taller, se daba cuenta de “lo fuerte que es” y que había que hacer algo al respecto, los problemas que veía en su barrio los sentía suyos (Valdivia 2011h). 
De este modo, podemos ver que la experiencia de participar en el taller del proyecto Nuestra Mirada-Callao 2009, ayudó a que los jóvenes se acercaran a su entorno con una mirada crítica, aproximándose a las prácticas y tradiciones locales de forma reflexiva,  descubriendo nuevos lugares, situaciones y personajes de sus barrios y del Callao en general, y comprendiendo mejor las problemáticas que existen a su alrededor.

Se planteó como hipótesis que el taller habría logrado, también, generar un insight que motive a la acción, a la incidencia por parte de los jóvenes en su propia realidad. Hubo casos –como el de Gerardo– en los que los participantes reconocieron que es necesario formar parte de la solución de los problemas o que no solo el Estado tiene que encargarse de resolverlos, mas no se llegó a conectar esta reflexión y toma de conciencia sobre su entorno con un involucramiento en acciones concretas para cambiarlo.

1 comentario:

  1. Víctor,
    En tus objetivos específicos has olvidado la variable dependiente.
    Si trabajas con todos los niños, ¿cuál será tu grupo de control?
    Debes seleccionar mejor las conclusiones del antecedente.

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