Las relaciones entre las actividades sociales y las estructuras de poder, entre los textos, los grupos sociales y los contextos son inestables y su articulación implica que se asuma dicha inestabilidad como algo constituyente; hay que describir e interpretar sin cesar dicha relación porque cada término constituye una articulación del otro término. Las identidades se forman, pues, en virtud de procesos discursivos, entendidos como lugares de producción y representación de experiencias, es decir, aquellos lugares en los que los textos y los contextos se vuelven a articular en relación al conjunto de las actividades sociales.
Es así como Grossberg, Nelson y Treichler, nos presentan a los estudios culturales como un campo interdisciplinar, transdisciplinar y contradisciplinar que procura acoger un término o acepción categórica para el concepto de cultura, considerando que éste debe ser amplio y antropológico. En concreto, para poder delimitar el campo de análisis se debe de tomar en cuenta las categorías más utilizadas de la actividad actual de los estudios culturales como su historia, el gender, la sexualidad, la nacionalidad y la identidad nacional, el colonialismo y poscolonialismo, la raza y la etnicidad, la cultura popular y su audiencia, la ciencia y la ecología, las identidades políticas, la pedagogía, las políticas de la estética, las instituciones culturales, las políticas de la disciplina, el discurso y la textualidad, la historia y la cultura global en la edad posmoderna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario